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lunes, 28 de diciembre de 2015

10 libros de 2015 para el Bienvivir

¡Cuántas veces la lectura de un libro no ha sido la encrucijada que ha cambiado de curso la vida de una persona! 
Henry David Thoreau 



Al final del año, cuando este ya termina, se suelen hacer balances, reflexiones o listas sobre lo acontecido. El propósito de este artículo no es sólo hacer una lista más, en este caso mi propia lista personal y subjetiva, sino tender un puente comunicativo para escuchar de ti, tu propia lista o algunos elementos de ella y, ¿por qué no?, construir una pequeña fuente de conocimiento para beber de ella en el caso de que queramos explorar y profundizar en el Bienvivir. Desde mi punto de vista, este concepto de “Bienvivir” es un concepto dinámico, siempre reconstruyéndose, y que implica a la persona como ente subjetivo que lo experimenta, la sociedad tanto local como global donde se encuadra culturalmente y el espacio físico, este pequeño planeta Tierra, donde todos nosotros convivimos.

No ha sido un año de mucha lectura, por ciertos asuntos, así que seleccionaré de alrededor treinta libros que habré leído, los diez que más se adaptan a las siguientes dos condiciones; libros que abarcan de un modo sinérgico un gran número de nodos para el bienvivir y libros que se hayan editados o revisados en 2015 en castellano.

Asimismo, no me identifico totalmente con cada uno de las ideas o planteamientos de los autores de cada libro (aunque si mayormente), lo que hallo en cada uno de esos libros son puntos de cambio, ideas inspiradoras, posibilidades emergentes hacia un bienvivir. Son esas posibilidades hacia el cambio de un paradigma hacia el bienvivir las que remarcaré como comentarios de cada uno de ellos en lugar de hacer un resumen sucinto del libro.

Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima de Naomi Klein

Muchos comentarios y críticas han sido desatados por este libro, baste como resumen esta. Por mi parte, recomiendo su lectura para tener un criterio propio sobre ese tema. La aportación que hace Klein al tema del bienvivir, es fundamentalmente dejar claro el marco donde el Planeta Tierra con todos sus servicios medioambientales, incluido la regulación del clima, debe ser el timonel del sistema socio-ambiental y no la economía. Es esta última la que se debe adaptar al nuevo marco o paradigma. En mi opinión, con este tercer libro, cierra una interesante trilogía bien documentada que nos enseña la interrelación de los tres elementos sistémicos, persona-sociedad-Planeta. En No Logo, el poder de las marcas, principalmente resaltaba los temas de cómo el individuo consume a través del poder del Marketing y otras estratagemas empresariales como la obsolescencia programada, ocasionando externalidades sociales y medioambientales. En La doctrina del shock. El auge del capitalismo desastre,  los temas sociales y comunes de gobernanza política que están gobernados por la versión neoliberal de la economía son los que están afectando gravemente a los individuos y al Planeta. Finalmente el Planeta Tierra, personalizado tras el cambio climático, toma el principal protagonismo en “Esto lo cambia todo” y nos muestra como las prácticas económicas/políticas (sociales) e individuales (consumo) le afectan. Es el efecto boomerang de no tener en consideración al Medio Ambiente lo que está afectando a nuestra convivencia (social) y nuestra supervivencia (individual y como especie).  Ya se ha grabado el documental y asimismo están surgiendo iniciativas interesantes a partir del libro, como esta sobre soluciones (Beautiful Solutions) o esta guía detallada de estudio del libro que incluye varios videos.

La era del desarrollo sostenible de Jeffrey D. Sachs

Como el concepto de bienvivir requiere que nosotros nos adaptemos a las leyes naturales y medioambientales y no que ellas se adapten a las leyes humanas es necesario un proceso educativo para emerger de paradigma. Sachs, economista, asesor en Naciones Unidas y director del Earth Institute ha escrito un libro introductorio y divulgativo que nos ofrece una interesantes perspectiva donde están recogidos y entrelazados aspectos individuales, sociales y de medio ambiente como la pobreza, la salud, los derechos humanos, la economía, la educación, los derechos humanos, la alimentación, la naturaleza etc… Son esas interrelaciones lo que dan al libro un gran valor para entender la sociedad y por qué es necesario un cambio de paradigma. El contenido del libro sirve como base para dar cursos gratuitos online en la plataforma Coursera y en la plataforma SDSN. Es más, en mi opinión, sería necesario adaptar esos contenidos educativos no sólo para adultos sino para la educación primaria y secundaria sin que se perdiera la integralidad de los temas propuestos. Finalmente como proponía en el modelo normativo basado en el paradigma de la sostenibilidad, para entrar plenamente en la era del desarrollo sostenible, la era del “altruismo”, de la “cooperación” (civilización empática) debe estar en un grado más avanzado del que nos encontramos ahora. La era de la sostenibilidad debe englobar y mantener ésta en su seno, asimismo como la era del “altruismo” y “cooperación” engloba y mantiene en su seno la anterior era, la de la información.

Ciencia Holística para el buen vivir: una introducción de Jörg Elbers

Recientemente revisado en noviembre de 2015, este libro descargable gratuitamente en este enlace y del cual ya había hecho eco en el artículo “Ciencia Holística para el bienvivir: el mapa está vivo”, sigue siendo una introducción imprescindible para comprender la ciencia, la actual y la ciencia holística emergente para un nuevo paradigma. Esta última sigue conteniendo a la anterior pero la trasciende. La resolución de los problemas globales interrelacionados requiere de esa integración y no sólo de tratarlo fragmentariamente. El todo es más que la suma de las partes.

¿Es posible una cultura sin miedo? de Francisco Mora

De nuevo Francisco Mora, con su último libro, integra una poética prosa con humanidades y ciencia. La triada belleza, bondad y verdad resuenan en su nuevo libro. Este libro también cierra una triada de tres importantes emociones (placer-felicidad-miedo) que están detrás del comportamiento humano y que Mora amenamente nos introdujo con “Los laberintos del placer en el cerebro humano” y secundó con ¿Está nuestro cerebro diseñado para la felicidad?. La respuesta que da de una cultura sin miedo, es positiva y optimista, si es posible. Para una cultura en la confianza y en el bienvivir, muchas de las posibilidades que ofrece Mora como la meditación y la ética son herramientas útiles y trascendentales.  

La Economía del Bien Común de Christian Felber

Aunque el libro ya se publicó en 2012 en castellano, la nueva edición de 2015, ampliada y actualizada es un libro que sigue vigente para el bienvivir y  para posibles cambios tanto a nivel local como global. Este mismo año, su primera edición en inglés y la aprobación por el comité Social y Económico Europeo (86% de los votos) para incluirlo como modelo en el marco legal de la U.E pueden dar un gran impulso para expandirse más rápidamente. Los cinco valores detrás del modelo, dignidad, justicia social, solidaridad, medio ambiente y democracia/transparencia son primordiales para una convivencia y un bienvivir pleno.

Reinventando las organizaciones. Una guía para crear organizaciones inspiradas en el siguiente estadio de la conciencia humana de Frederic Laloux

Otro libro como el anterior que ha empezado a generar un gran movimiento de gente detrás de él, principalmente para transformar los problemas crónicos de las organizaciones. Es una exhaustiva investigación sobre diferentes organizaciones que me recuerda bastante a la investigación que realizó Teresa Belton sobre la simplicidad voluntaria. Así mismo comparto con Laloux dos de tres herramientas que él utiliza para trascender las organizaciones, como son la espiral dinámica y el modelo AQAL de Wilber. El tercer elemento que utiliza es la triada de conceptos (autogestión-plenitud y propósito evolutivo) mientras que mi enfoque se dirige principalmente hacia las necesidades humanas. Es esa triada de conceptos, autogestión, (no tener jefes ni jerarquías), plenitud (en el trabajo somos un ente integral) y propósito evolutivo (la meta que nos trasciende) lo que mantienen en común tanto en procesos como estructura las organizaciones teal (color azul-verdoso que simboliza el nuevo estadio evolutivo). Es un libro que realmente se dirige hacia un cambio de paradigma y que concretamente en este mes de diciembre ha dado luz su traducción al español. En su página web se pueden hallar el libro en castellano a un precio fijo o con la novedad de pagar lo que uno considere adecuado después de leerlo, así como números recursos e iniciativas (inglés) para profundizar en ello.

Común. Ensayo sobre la revolución del siglo XXI de Christian Laval y  Pierre Dardot

Muchas de las propuestas e iniciativas que se dirigen hacían el bienvivir, se circunscriben dentro del concepto de “Común” (los comunes, comunidad, comunismo, commons, bien común…) Este ensayo político/económico y filosófico ofrece un análisis en perspectiva con diferentes propuestas económicas para trascender el paradigma económico neoliberal que tiene el poder en la actual geopolítica. En cuanto al paradigma político intenta trascender la actual democracia representativa por una democracia participativa.

Liderar desde el futuro emergente. De los egosistemas a los ecosistemas económicos de Otto Scharmer y Katrin Kaufer

Finalmente dos de los libros de Otto Scharmer, el mencionado arriba y Teoría U: liderar desde el futuro a medida que emerge han sido publicados en castellano en este año 2015. La organización liderada por Otto Scharmer, Presencing Institute, la cual analizaba en el artículo “Educación para el Bienvivir en el siglo XXI” se está convirtiendo en una red de liderazgo para cambiar el actual paradigma egocéntrico, Del mismo modo que la “Economía del Bien común”, “Reinventando las organizaciones” o el tema de los Comunes están generando un gran movimiento alternativo, las herramientas del Presencing Institute, principalmente a través de sus cursos en línea y el ULAB, están llegando a más gente sensibilizada que está ayudando a emerger el nuevo paradigma.

Educar en la Realidad de Catherine L’Ecuyer

Después del éxito de su anterior libro  “Educar en el asombro”, Catherine trae otro libro sobre educación “Educar en la realidad” que cuestiona mucho de los neuromitos educativos actuales y que vuelve a cuestionar el camino fácil o a corto plazo que ofrece la tecnología en la educación temprana de nuestros hijos. No sólo cuestiona el nodo económico que está detrás de la venta de soluciones tecnológicas sino también el nodo familiar tan importante en el desarrollo personal de nuestros hijos.

Replantear la educación ¿Hacia un bien común mundial? de UNESCO (equipo multidisplinar)

Otra vez la educación como herramienta de transformación del individuo y de la sociedad. Su contraportada alude claramente a los valores del bienvivir.
“Este libro aspira a ser un llamamiento al diálogo. Se inspira en una visión humanista de la educación y el desarrollo basada en el respeto de la vida y la dignidad humana, la igualdad de derechos, la justicia social, la diversidad cultural, la solidaridad internacional y la responsabilidad común por un futuro sostenible. En él se propone que erijamos la educación y el conocimiento en bienes comunes mundiales a fin de reconciliar la finalidad y la organización de la educación como un cometido social colectivo en un mundo complejo.”
Se puede descargar gratuitamente desde este enlace de UNESCO

Finalmente y a pesar de no incluir ningún libro de ficción en esta lista también reivindico el valor de los libros de ficción para el bienvivir o simplemente como biblioterapia. La historia de los grandes personajes nos ilustra como ciertas lecturas les han inspirado, por ejemplo, a Gandhi (el libro Bhagavad-Gita, Tolstoi y Thoreau), y a Mandela las obras completas de Shakespeare. No he leído muchos libros de ficción este año pero de los pocos que he leído, las historias del libro de Zhuangzi son realmente una fuente de inspiración para el bienvivir.

Como conclusión, el hilo transformativo que une a estos diez libros está hilvanado por la Educación ó las prácticas educativas que de allí se derivan y la Ética. Esos dos “anillos” (en azul en la figura de abajo) son las principales herramientas transformativas de la cultura que trasladan tanto a las personas como a las organizaciones de la sociedad hacia el bienvivir. Finalmente, el comportamiento de las personas y de la sociedad se tiene que circunscribir y adaptar al Planeta o Medio Ambiente que los engloba.

              Figura 1:  Adaptación de los 10 nodos del bienvivir a las esferas Persona-Sociedad-Medio Ambiente

Como última propuesta, ya indicada en la introducción de este artículo, lanzo el testigo para escuchar de ti, algún libro que hayas leído últimamente y que podría formar parte de una lista o biblioteca inspiradora para el bienvivir. 

domingo, 20 de diciembre de 2015

¡ESPARTANOS!...¡¡PARTICIPACIÓN CIUDADANA!!






Recientemente hemos presenciado como, por motivo de la deuda soberana, una manada de hienas se está dedicando a devorar Grecia con el beneplácito de los macarras poligoneros de la Troika, así que no me extenderé demasiado en explicar que las deudas públicas de los países son un medio de poner de rodillas la soberanía y las democracias de los pueblos (ya quedó claro: si los rescates anteriores solo empeoraron el problema, ¿qué fuerza ultraterrena hará que la misma medida, esta vez funcione?,...lo que hace patente, de nuevo, que la deuda Griega no es un problema, es más bien una excusa...). 

Esto es algo que ya no se puede negar desde que se dan circunstancias tan descabelladas como que el tercer mundo ya ha pagado 8 veces su deuda y aún debe un 400% más (1), estas perlas solo dejan en evidencia que el gran asalto del capitalismo a los países no es solo por su dinero, es sobre todo por sus recursos y por destruir los derechos de los pueblos a protegerse de los saqueos.

El discurso facilón de “las deudas hay que pagarlas” pierde toda su fuerza ante la tozuda realidad, como dejó patente de forma lapidaria el discurso del Presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara:

La deuda no puede ser reembolsada porque, en primer lugar, si no pagamos, los prestamistas no se van a morir. Estemos seguros de esto. En cambio, si pagamos, somos nosotros los que vamos a morir. Estemos seguros igualmente de ello(2).
 
Tan difícil era aquella afirmación de rebatir que solo pudieron quitarle la razón como sólo el capitalismo sabe hacer, con razonamientos de plomo, fuego y sangre. Dos meses después fue traicionado y asesinado en un golpe de estado con el apoyo de potencias occidentales.

Presenciar tropelías de dimensiones cósmicas, como estas, al común de los mortales, nos paraliza inundándonos de una incómoda sensación de impotencia y un pensamiento cruza nuestra mente: “¿y es que no hay nada que yo pueda hacer?”, ¿Cómo podríamos controlar los endeudamientos descontrolados?¿los gastos fuera de control?

Bueno en realidad sí somos tan pequeños como nos sentimos (quizá incluso más, que el ser humano nos lo tenemos muy subidito, “¡ña-ña!, yo camino erguido y tengo pulgares oponibles, y vosotros no…”), somos pequeños e insignificantes, sí, pero solo tan pequeños e insignificantes como los poderosos. Siempre me gusta hacer notar que nuestra fuerza no radica en el individuo sino en el grupo, juntos somos capaces de casi cualquier proeza. Lo normal es que, una y otra vez, demostramos ser capaces de casi cualquier desaguisado, como una burbuja inmobiliaria, o de proezas imposibles como encumbrar a una nulidad humana como Paquirrín.

Yo estoy seguro que esta deriva al caos se puede cambiar, por ejemplo nuestro poder como consumidores es enorme, si nos pusiésemos a ello, mediante el consumo responsable y el “todos a una” podríamos dar un giro de 180º a esta carrera loca hacia el acantilado.

La forma en que gastamos nuestro dinero, conforma el mundo”, de eso no tengo duda (entrecomillo la frase porque seguro que la habré oído/leído en algún lado, algo tan brillante no se me puede ocurrir a mi), pero además está la parte de nuestro dinero sobre cuyo destino no decidimos nosotros, me refiero a nuestros impuestos (los que pagamos de eso, claro). Sobre eso pretendo incidir.

¿Y como controlar en que se van nuestros impuestos?, en realidad solo hay una:

-Sobornos y tramas de corrupción,... pero es bastante inviable si tienes vergüenza y no tienes cuentas corrientes en paraísos fiscales.

Los que no tenemos millones en paraísos fiscales no podemos controlar directamente, a que se dedica el dinero público,… pero sí parcial e indirectamente, mediante dos vías de participación ciudadana:

-Presupuestos participativos.

-Observatorios Ciudadanos Municipales.


-Presupuestos participativos.

Los presupuestos participativos son un compromiso que han adquirido los Ayuntamientos de algunos municipios mediante el cuál se comprometen a gastar un pequeño porcentaje de los presupuestos anuales en proyectos diseñados directamente por la gente del municipio.

Es un ejercicio muy interesante, puesto que, mediante un grupo reducido de personas o “grupo motor” se da eco a un torrente de ideas y proyectos, y se incentiva, en cierta medida, a que la gente de a pie analice las carencias de su localidad y se exprima la sesera para cubrirlas y para mejorar servicios e infraestructuras.

Además, gracias a maravillas como la ley de racionalización de las administraciones locales que se han inventado mis irracionales amigos del PP (que por cierto, poniendo nombre a sus locuras, son únicos), los Presupuestos Participativos son una buena forma de hacer que a la gente nos hierva la sangre, cuando proyectos majísimos, como bancos de libros para el cole de los chavales, limpieza y adecuación de márgenes de los ríos, o cosas así, se van al garete porque están mas allá de las competencias de los Ayuntamientos, y el grupo motor termina proyectando repintar de verde los bancos del parque y cabreados como monas (vale es broma, siempre hay proyectos majetes que van para adelante como accesibilidad universal a una biblioteca o a las instalaciones del centro cultural, pero es cierto que a veces resulta bastante frustrante el ver lo limitada que es la capacidad de decidir qué hacer con los impuestos locales).

La mala sangre que provocan las barreras de las competencias (y de las incompetencias también), casi te empuja a dar el siguiente paso que es el OCM.


-Observatorio Ciudadano Municipal

A mí, personalmente, esto me gusta mucho más que el anterior, es una iniciativa que surge de la inquietud de muchos movimientos sociales contra la Deudocracia y por el impago de deudas ilegítimas, como es la Pataforma de Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD).

Un OMC consiste en la formación de un grupo de valientes que se atrevan a embarcarse en la aventura de auditar los presupuestos y liquidaciones de los Ayuntamientos. Una empresa que pondrá a prueba la cordura de los no iniciados en las disciplinas de la economía y contabilidad.

También existen grupos de avezados aventureros por toda la geografía dedicados a fiscalizar los ayuntamientos desde la calle, más allá de los partidos políticos. En 2015, ya hay 32 Observatirios en el territorio español, como en Catalunya, País Valencià, Malaga, Alcantarilla, Torre Pacheco, el Ayto. de Madrid, Paracuellos de Jarama,...

Habrá que comenzar por adentrarse en lo desconocido, y enfrentarse con los funcionarios que habitan los Ayuntamientos, dentro se encontrarán aliados, pero también monstruos terribles. Tras feroces enfrentamientos los aventureros podrán hacerse con las cuentas de su Ayuntamiento y comenzar a descifrar lo indescifrable, y en el mejor de los casos serán 300 o 400 folios en pdf con minúsculos numeritos, y en un lenguaje ininteligible -lengua de Mordor, o algo,…los manuscritos del Mar Muerto son bastante más accesibles en algunos casos- (no es broma, me contaron el caso de un alcalde que solo dejaba consultar los presupuestos en una mesa en un rincón oscuro debajo de una escalera y no se podían hacer copias de los mismos para llevar, ni el mismísimo Sauron es tan chungo).

L@s chic@s de la PACD(3) siempre están dispuestos a ayudarnos en estas labores, incluso han creado herramientas informáticas para facilitar la labor de las auditorías, se trata del OCAX (4)que crea una serie de infografías con los datos contables para hacerlo todo mas potable y accesible al común de los mortales. Además dan sesiones formativas para que los OCM arranquen a andar.

En realidad un OCM no va a dar a la gente la capacidad de elegir en qué se va a invertir el dinero de las arcas y cofres de las casas consistoriales, de forma directa al menos, pero si consigue cosas muy útiles, por ejemplo: cualquier decisión que se tome en cuanto a nuestro dinero, quedará a la vista de todo el mundo, con lo que el OCM se convierte, automáticamente, en un órgano extraoficial de control de las instituciones. Gracias al OCAX se puede “contagiar” a mas gente al empoderamiento sobre los Ayuntamientos por parte del pueblo, y se facilita el realizar consultas sobre las cuentas (mediante las infografías, se facilita mucho la labor de auditar y se hace mas atractiva). Es la mejor forma de lucha contra la corrupción, puesto que la lupa de los vecinos es como un bálsamo preventivo.

Y por supuesto que un pequeño reducto de guerreros en un remoto pueblo no serán capaces de un cambio visible, pero,… si se contagia,… si la llama del empoderamiento mediante grupos de Observatorios Municipales, arde de Ayuntamiento en Ayuntamiento, las hordas de ciudadanos organizados en legiones de OCM podrían conseguir lo imposible, podrían conseguir que las ciudades y pueblos, ¡que digo!, ¡los países!, gasten donde se debe gastar, que no se endeuden con fines especulativos, que estas deudas no alcancen cuantías que nos coloquen en tan delicadas situaciones y, en última instancia, será un método indirecto del control del gasto y la deuda, por parte de la ciudadanía.


domingo, 13 de diciembre de 2015

Azúcar, carne y el desfile de Victoria Secret


Aunque los más jóvenes quizás no lo recuerden, no fue hasta los años 90 cuando las supermodelos comenzaron a llamar nuestra atención. Supongo que siempre han existido las mujeres encargadas de lucir los diseños de los creadores de moda, pero nunca habían llamado demasiado nuestra atención. Esos cuerpos altos y delgados, en una palabra, esbeltos, con escasos pechos y caderas, no nos resultaban especialmente llamativos, al contrario que los de actrices, cantantes y otras mujeres simétricas, saludables y bien proporcionadas. En aquellos lejanos años ochenta pocos se habría fijado en una mujer con las piernas como palillitos. Ese vacío que queda entre los muslos, incluso después de juntar las rodillas, nos habría horrorizado, y no faltaría quién habría recomendado unas vitaminas o un buen chuletón.

Todo eso quedó muy atrás, y hoy las modelos representan la quinta esencia de lo que adoramos en una mujer. Cabe preguntarse ¿por qué? y a mi me gustaría aventurar modestamente una hipótesis. Nuestro gusto por la delgadez coincide en el tiempo con una epidemia de obesidad. Nuestra vida sedentaria, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y el fin del ama de casa tradicional, que cocina para su familia, el uso y abuso de alimentos procesados, con exceso de azucares, y un consumo de carne muy por encima de lo que sería recomendable (en EEUU 500 gramos al día, frente a los 70 que recomendados por los nutricionistas), ha disparado los índices de sobrepeso, diabetes y otras enfermedades relacionadas con la alimentación.


En una sociedad de gorditos, la delgadez cobra un valor que antes habría resultado sorprendente, especialmente cuando son las clases bajas las más afectadas por el exceso de peso. En efecto, porque la sociedad de mercado trata de resolver el problema creado por la baja calidad de la alimentación industrial ofreciendo productos que contrarresten los efectos causados por esta: gimnasios, nutricionistas, parches reductores, liposucciones, equipamiento deportivo. Todos estos productos requieren recursos, tiempo y dinero, que como sabemos no se distribuye de forma equitativa a lo largo y ancho de la sociedad. Estamos ante un giro histórico, posiblemente en la época de Rubens la situación sería la inversa.

Podemos ir un poco más allá y verlo dentro del contexto de una sociedad de consumidores, cuya característica fundamental, según Zygmunt Bauman, es que el principal producto a la venta son los propios individuos que la componen.

“Consumir” significa invertir en la propia pertenencia a la sociedad, lo que en una sociedad de consumidores se traduce como “ser vendible”, adquirir las cualidades que el mercado demanda o reconvertir las que ya se tienen en productos de demanda futura. La mayor parte de los productos de consumo en oferta en el mercado deben su atractivo, su poder de reclutar compradores, a su valor como inversión, ya se...a cierto o adjudicado, explícito o solapado. El material informativo de todos los productos promete –en letra grande, chica, o entre líneas- aumentar el atractivo y valor de mercado de sus compradores, incluso aquellos productos que son adquiridos casi exclusivamente por el disfrute de consumirlos. Consumir es invertir en todo aquello que hace al “valor social” y la autoestima individuales.
El propósito crucial y decisivo del consumo en una sociedad de consumidores (aunque pocas veces se diga con todas las letras y casi nunca se debata públicamente) no es satisfacer necesidades, deseos o apetitos, sino convertir y reconvertir al consumidor en producto, elevar el estatus de los consumidores al de bienes de cambio vendibles.

Así, para convertirse en un producto deseable, apetecible, el individuo trata de adquirir la característica de la esbeltez, y para ello a su vez necesita adquirir el resto de productos asociados a ella. El auge de las supermodelos sería a su vez tanto una muestra del gusto de la sociedad por la esbeltez como una forma de mostrar lo deseable que esta es, es decir, a su vez nos incitaría todavía más a ser esbeltos, actuando como una retroalimentación positiva.

Si esto es cierto, debemos reconocer que el mercado puede ser la herramienta más adecuada para incrementar el PIB, es decir, el flujo de bienes y servicios, pero no para satisfacer nuestras necesidades. Al fin y al cabo, el gusto por la esbeltez, no es más que una necesidad creada por la acción de mercantilización de la alimentación, y los procesos que la industria alimentaria sigue para reducir costes y aumentar sus beneficios. Lo que a la industria le interesa es que comamos más, ofreciendo siempre raciones más grandes. El resto de productos que tratan de facilitar alcanzar la esbeltez perdida vendrían a paliar o mitigar la iatrogenia creada por la propia industria. En ese caso, ¿no habría sido mejor desde un principio alimentarse de una forma menos mercantil, menos industrial? ¿Cocinarse uno su comida, a partir de productos frescos, evitar las bebidas azucaradas, la comida procesada y el exceso de carne? Ciertamente sí, pero no debemos olvidar que esto habría hecho que el PIB se redujese. En efecto, el PIB mide el dinero que cambia de manos, si yo me cocino mi comida y por tanto no consumo en un restaurante, el PIB disminuye, o no aumenta.

Visto lo visto no parece extraño que no confiemos demasiado en la disciplina económica para entender como satisfacer nuestras necesidades, los economistas nos dicen que nuestras necesidades son intercambiables entre sí y mensurables a través del dinero. En definitiva, fijándonos en otra metodología como la del psicólogo Abraham Maslow, si el precio de satisfacer mis necesidades sociales (amor, sentirnos queridos y apreciados, afecto, amistad o pertenencia) es demasiado alto, quizás lo puedo compensar consumiendo una mayor porción de necesidades fisiológicas básicas (comida, bebidas, sueño, refugio, etc).


Evidentemente esto es absurdo, incluso me atrevería a decir que es vergonzoso. Es vergonzoso basar recetas políticas en unos presupuestos cuya base está tan (h)errada, con h y sin hache. Frente a esta visión tan evidentemente errónea han aparecido otras, hasta el momento minoritarias, que reclaman una mayor atención hacia aspectos cualitativos, no lineales, del comportamiento individual y de la sociedad. Una de ellas es la del psicólogo Abraham Maslow sintetizada en la figura superior, otra de ellas es la del economista Manfred Máx-Neef. La relevancia del planteamiento de Max-Neef es que establece una taxonomía de necesidades universales, válidas transculturalmente, siempre y cuando sepamos distinguir entre necesidades, satisfactores y bienes económicos. Quién mejor lo explica es el propio economista chileno en su libro Desarrollo a escala humana:


Se ha creído, tradicionalmente, que las necesidades humanas tienden a ser infinitas, que están constantemente cambiando, que varían de una cultura a otra, y que son diferentes en cada periodo histórico. Nos parece que tales suposiciones son incorrectas, puesto que son producto de un error conceptual.

El típico error que se comete en la literatura y análisis acerca de las necesidades humanas es que se explicita la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades y lo que son satisfactores de esas necesidades. Es indispensable hacer una distinción entre ambos conceptos, por motivos tanto epistemológicos como metodológicos.

La persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes. Por ello las necesidades humanas deben entenderse como un sistema en las que se interrelacionan e interactúan. Simultaneidades, complementariedades y compensaciones son características de la dinámica del proceso de satisfacción de necesidades.

Las necesidades humanas pueden desagregarse conforme a múltiples criterios, y las ciencias humanas ofrecen en este sentido una vasta y variada literatura. En este documento se combinan dos criterios posibles de desagregación: según categorías existenciales y según categorías axiológicas. Esta combinación permite operar con una clasificación que incluye, por una parte, las necesidades de Ser, Tener, Hacer y Estar, y, por la otra, las necesidades de Subsistencia, Protección, Afecto, Entendimiento, Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad. Ambas categorías de necesidades pueden combinarse con la ayuda de una matriz.



De la clasificación propuesta se desprende que, por ejemplo, alimentación y abrigo no deben considerarse como necesidades, sino como satisfactores de la necesidad fundamental de subsistencia. Del mismo modo, la educación (ya sea formal o informal), el estudio, la investigación, la estimulación precoz y la meditación son satisfactores de la necesidad de entendimiento. Los sistemas curativos, la prevención y los esquemas de salud, en general, son satisfactores de la necesidad de protección.
Habiendo diferenciado los conceptos de necesidad y de satisfactor, es posible formular dos postulados adicionales. Primero: Las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables. Segundo: Las necesidades humanas fundamentales (como las contenidas en el sistema propuesto) son las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos. Lo que cambia, a través del tiempo y de las culturas, es la manera o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades.

Quizás un planteamiento así no sea el más efectivo para que el dinero cambie de manos, para producir intercambios monetarios, pero dado que permite tomar decisiones individuales y colectivas más congruentes para la satisfacción más efectiva y por el camino recto de nuestras necesidades, es muy probable que redunde en una mejora de nuestras condiciones de vida, y quizás, en un mundo menos exagerado e histérico.

lunes, 7 de diciembre de 2015

El Problema Ignorado: La Dimensión de la Economía

El concepto de dimensión no es ajeno a la microeconomía pero desaparece cuando nos desplazamos al nivel agregado, a la macroeconomía. La razón la he explicado en otras entradas y no voy a insistir, se trata de la visión pre-analítica que considera que la economía en su conjunto es el todo relevante, y cuyo crecimiento, a diferencia de los agentes individuales, no tiene coste de oportunidad. Si queremos utilizar un lenguaje menos académico, simplemente debemos sustituir costes de oportunidad por límites. En este aspecto, no es solo la escuela neoclásica sino también la marxista la que defiende que no hay límites que nos impidan crecer para siempre.

El PIB o el PNB son los instrumentos a través de los cuales se nos transmite la idea de que el crecimiento económico no es solo deseable sino imprescindible, pues soluciona todos los problemas que se nos presentan. La idea de crecimiento es de consenso en prácticamente todo el espectro político, salvo algunas excepciones. Sin embargo, la práctica unanimidad sobre la necesidad de crecimiento sitúa a los contendientes en posiciones de partida muy desiguales. Una vez entras en la lógica del crecimiento ilimitado la corriente arrastra hacia posiciones neoliberales con una fuerza irresistible. La izquierda se ve en posiciones insostenibles porqué la preferencia por el crecimiento, que todo lo cura, obliga a sacrificar prácticamente todo en el altar del mercado que se acepta, explicita o tácitamente, como el demiurgo creador de riqueza. Es el archifamoso TINA de Margaret Thatcher. 




Los partidos socialdemócratas de Europa Occidental son el ejemplo arquetipo de esa rendición que los convierte en irrelevantes. No son más que gestores que pueden ejercer un cierto, y muy moderado, reparto en tiempos de abundancia, pero que son incapaces de resolver los problemas de “verdad”. El caso de Corbyn en los laboristas británicos, que son los que han recorrido ese camino hacia a irrelevancia con más empeño, puede ser una luz de esperanza, aunque el camino a desandar están largo y los obstáculos tan formidables que no tengo excesiva confianza en que encuentre un discurso alternativo.

En mi opinión, la denominada izquierda será decrecentista y afrontará las cuestiones de la dimensión de la economía en relación con la naturaleza y la sociedad o no será. Está afirmación puede parecer ahora una locura, Monedero nos diría que con decrecimiento no se liga, pero en ese discurso poco “sexy” se encierran las claves de nuestro futuro.

El concepto de escala óptima no deja de tener sus problemas. El más importante es que puede transmitir una sensación de concepto estático y determinado, como en la definición microeconómica neoclásica que es completamente engañosa. El tamaño es siempre un concepto dinámico que se mueve en un ambiente de incertidumbre. Caer en el error de la economía dominante que confunde la incertidumbre con las probabilidades asépticas de un casino (Taleb, 2014) sería el peor error que podríamos cometer. Similar a la interpretación neokeynesiana que extrae del pensamiento de Keynes lo esencial, la incertidumbre.

Opino que es mejor definir la escala óptima como un continua aproximación (intento y error) inspirada en el principio de prudencia. Hemos de tener muy presente que las iatrogenias se pueden presentar a largo plazo mientras que los beneficios, normalmente muy inferiores a los costes, son a corto plazo. En palabras de Taleb, no debemos confundir la ausencia de evidencia con la evidencia de ausencia, pues esa es la forma como actualmente progresa nuestro sistema. A estos costes algunos los llaman externalidades o fallos de mercado, no son más que formas de evitar considerar las cosas de forma global. Para el actual paradigma económico cada cosa tiene su particular negociado, pero no hay conexión entre ellos, de forma que se puede afirmar con rotundidad una cosa en uno y negar lo afirmado en otro con la misma vehemencia. Por ejemplo, se puede considerar que la globalización supone que debe actuar el principio de compensación dentro de un país para que los ganadores compensen a los perdedores y aún así existe un excedente para estos últimos. En el negociado de la redistribución se puede afirmar que la imposición de cualquier tipo de impuestos distorsiona el mercado lo que supone una perdida neta de excedentes para la sociedad.

El problema de la dimensión y la asignación

Tal vez, este siendo demasiado osado al intentar explicar está cuestión pero resulta tan importante que intentaré transmitir cual es el meollo del asunto.

La economía neoclásica, en sus diferentes etapas, se ha centrado en el problema de la asignación orillando, en la medida de los posible, el problema de la distribución. La idea general es que la asignación es una cuestión positiva a diferencia de la distribución. Esto no es más que un juego de espejos y humo, porque la asignación requiere una distribución dada que no se discute, lo cual es de por si una posición normativa. Por eso, se recurre a figuras como las del dictador benevolente (Andreu Mas Colell). No obstante la dimensión no juega ningún papel o, más exactamente, la dimensión óptima viene dada por la asignación óptima como veremos.



El lector puede objetar que está distinción entre positivo y normativo es decimonónica y, debo darle la razón. No obstante, estamos hablando de una una escuela de pensamiento, profundamente anclada en el siglo XIX, sin que la progresiva formalización matemática sea óbice para alterar esta aseveración. Por lo que de forma retórica utilizó esta distinción.

Los economistas definen el equilibrio general cuando los mercados por si mismos, sin intervención, alcanzan un nivel de precios relativos de todos bienes en los que para cada uno de ellos la oferta es igual a la demanda. Pura magia en acción si fuera cierto. Una cuestión importante que se debe señalar es que el dinero no juega ningún papel, todos los precios se fijan entre la diferentes mercancías, por eso siempre hablamos de precios relativos.



Antes que nada, hemos de explicar o intentarlo como alcanzan los mercados el nirvana del equilibrio. Esta cuestión puede parecer trivial pero no lo es. Léon Walras no pudo demostrar como los mercados alcanzaban ese equilibrio óptimo, supuso que sería un proceso de tanteo donde las cantidades se aproximan progresivamente por un proceso de subasta (Subastador de Walras). Parece una cuestión de sentido común, pero como sucede en ocasiones, especialmente en la economía neoclásica, las cosas se tuercen de forma inesperada. El concepto es, no obstante, central ya que conecta con la idea, ampliamente extendida, de que la estabilidad es innata al sistema de mercado sobre la base de los precios y el libre intercambio y que solo las perturbaciones externas, tales como la intervención del gobierno, alejan el sistema del equilibrio que le es innato.

Primera advertencia, y me quedarán otras en el tintero. En un modelo de equilibrio general, durante el tanteo no puede haber intercambios, se pasa de un equilibrio a otro. Fuera del equilibrio las curvas de oferta y demanda son meramente nocionales, es decir, no existen hasta el nuevo equilibrio. Por esa causa, los ajustes deben ser instantáneos. Como tal cosa no ocurre se recurre a conceptos como la "pegajosidad" (stickiness) de los precios. El razonamiento es que ciertas rigideces, provocadas por los sospechosos habituales, no dejan que el mercado obre su magia. Está forma de razonamiento cuando se convierte en habitual, como es el caso, es completamente enfermiza. El apego al método deductivo y sus axiomas se convierte en una barrera infranqueable. Es como coger un medidor de angulos para comprobar que la suma de los ángulos de un triangulo es de 180º. Cuando descubrimos que no es así recurrimos a lo que Imre Lakatos denomina cinturón de seguridad de las hipótesis auxiliares. Por construcción los ángulos de los triángulos euclidianos han de medidir 180º, pero solo porqué nuestra axiomática lo impone. Si los físicos hubieran sido tan inflexibles estarían todavía operando con su pegajosidad particular, el eter. Pero se dieron cuenta que debían cambiar su paradigma. La geometría euclidiana es un caso particular no generalizable. La economía funciona, para desgracia de todos, en parámetros muy diferentes.

La cuestión que se plantea es que en una economía (sistema) que crece se deben dar dos requisitos y, estos entran en contradicción. Las dos condiciones para el equilibrio serían que la producción de todos los bienes debe crecer al mismo ritmo y los precios relativos deben ser constantes, ambas magnitudes deben guardar una relación proporcional.

La primera condición es evidente en términos agregados, la producción en t+1 será la producción en t más un aumento que está representado por número (escalar). Pero nuestra condición es más estricta, hemos dicho que todos los bienes han de crecer al mismo ritmo. Si no crecen de forma igual, algunos por debajo y otros por encima, lo que parece bastante razonable, lo que nos importa es que tiendan a converger, que el sistema sea estable.

Pero la producción en t no es un número sino un el conjunto de bienes y servicios que se producen, lo que se representa por una matriz de producción. Para que la producción en t+1 cumpla la condición de crecer de forma estable, que tienda al equilibrio esa matriz debe tener ciertas propiedades matemáticas que entran en contradicción con las necesarias para que se den la segunda condición.

La segunda condición de los precios relativos es que los productores puedan comprar los insumos y vender lo que producen para obtener beneficios y seguir produciendo cada uno lo produce, en caso contrario cambiarían su producción. Cabe recordar que en estos intercambios no hay dinero ni inflación solo unas razones de intercambio de unos bienes o servicios por otros. Si la economía crece los beneficios que obtienen deben crecer acompasadamente con ella.

El problema es que las dos condiciones están interrelacionadas de tal forma que para que se cumplan simultáneamente una debe ser la inversa de la otra. La condición matemática es que los valores característicos (autovalor o eigenvalor) de la matriz sean menores que uno, pero si una es la inversa de la otra, eso es imposible. Por ejemplo, un valor 0,5 su inversa es 2 (1/,05=2). Es cierto, que si los valores característicos fueran negativos, ambas condiciones se podrían cumplir, pero deben ser cero o mayores, porque los valores de la matriz lo deben ser necesariamente porque no se produce nada con inputs negativos. El teorema de Perron-Frobenius dice que para una matriz con valores no negativos, el valor característico mayor de dicha matriz es siempre mayor que cero, lo que se traduce en el problema de la inestabilidad dual. Eso se traduce en que si la producción es estable los precios relativos no lo son y viceversa. Por lo tanto, la intuición razonable de Walras sobre el tanteo para alcanzar el equilibrio no funciona. Es necesario mencionar, que los intentos de demostrar el equilibrio general no acaban en Walras, pero siempre se intentan conseguir mediante hipótesis absurdas que ni siquiera deberían ser consideradas, excepto que lo único importante sea precisamente mantener el principio.

La cuestión matemática sirve para poner de manifiesto que la economía neoclásica huye de la complejidad como el gato escaldado huye del agua. Sus modelos pueden ser extraordinariamente complicados pero no complejos, lo que conecta con lo siguiente que quiero explicar sobre la dimensión óptima.



En la economía neoclásica una asignación optima, equilibrio general, es único para una distribución de renta dada. La cuestión es si el equilibrio general presupone, así mismo, una escala determinada. Resaltar que como señala José Manuel Naredo, que sin tener presente el problema de la dimensión, y en contra de la idea generalizada que el sistema de precios es independiente de la distribución, ambos están vinculados.

"..., aun dentro del campo económico (neoclásico) configurado por tales categorías, la distribución de los ingresos no es un hecho objetivo que resulta de ciertos automatismos del sistema de precios contra los que la sociedad no puede recurrir sin dañar la eficiencia económica, sino que el propio sistema de precios viene condicionado por la distribución de partida, observando que la modificación de esta depende de factores sociales subjetivos como son los valores, las pautas de comportamiento e instituciones que la originaron, y no de mecanismos exteriores a estos"   

Advertir, por otra parte, que el equilibrio no es único tal como demuestra el Teorema de Sonnenschein-Mantel-Debreu, excepto para condiciones marcianas, pero eso es harina de otro costal.

Los precios de equilibrio dan lugar a un óptimo de Pareto que en principio representaría la escala óptima de la economía. Si está debe crecer para que el equilibrio se mantenga, entonces todo debe crecer en proporción. Pero ya hemos explicado que eso no es factible. Ahora atacaremos el problema por otra vertiente y comprobaremos que una situación de equilibrio supone no solo una distribución dada de la renta sino una escala determinada.

Es cierto, que la economía neoclásica no considera el problema de la escala, pues a nivel agregado no hay costes de oportunidad y, como acostumbra a decir Herman Daly, no hay regla de cuando parar. Sin embargo, cuando se enfrentan a la realidad física, como lo hace la economía medioambiental, para intentar resolver los fallos de mercado la respuesta es crear mercados aunque no se cumplan los requisitos necesarios de los que hablamos en otras entradas (aquí y aquí). El mercado es siempre la solución, se “internalizan” los costes y la asignación vuelve a ser la óptima. Si aceptamos la fantasía de la internalización y desechando los costes de información que supone y, añadimos junto a las venerables figuras del subastador y el dictador benévolo, al planificador omnisciente, habremos solucionado dos problema, asignación y escala, con el equilibrio general.

He de decir, sin ironía, que tal despliegue de imaginación mercería, al menos, un final feliz de película, pero es que ni eso. Veamos las causas.

El problema radica una vez más en la linealidad y en la falsa independencia  de las variables. Consideremos una situación estática de equilibrio de partida, antes hemos explicado que es inestable en una economía que crece, pero ahora nos hemos desplazado al mundo atemporal de los economistas neoclásicos. Si a continuación pasamos a otra situación donde todas la magnitudes físicas de producción se han doblado el óptimo de asignación se mantendrá y por añadidura la dimensión será también la requerida. Si fuera cierto, haber duplicado el tamaño no cambiaría los precios relativos de asignación que regían para el anterior tamaño, por lo tanto, la nueva dimensión sería un óptimo de Pareto. Eso significa que podemos crecer siempre que mantengamos los precios en equilibrio (alrededor del equilibrio lo que implica que el sistema es estable) que nos dan una asignación eficiente.

Cabe hacer la enésima advertencia, ese óptimo de asignación inicial es una entelequia, es como el espacio y tiempo absoluto de Newton. No hay forma humana de determinar en que momento se ha producido un equilibrio competitivo para utilizar como punto de referencia. Esta es una discusión que engarza directamente como la controversia de los dos Cambridge sobre el capital cuya relevancia es máxima pero que excede con mucho el ámbito de está entrada.

Tomemos un ejemplo geométrico para entenderlo. Si tenemos una habitación de 2x4x4 si doblamos sus dimensiones ¿qué ocurre? No todo se ha doblado, la superficie se ha cuadruplicado y el volumen óctuplicado. 



Por el momento, dejaremos de lado el hecho de que esa habitación aumenta su dimensión en la Tierra es un sistema cerrado que no crece. Advertir que eso es tan evidente que los economistas neoclásicos lo ignoran. Por esa causa, nos complicamos tanto la vida con enrevesadas explicaciones para llegar a lo que cualquiera puede ver sin gran esfuerzo; que la economía no puede crecer más allá de lo que lo contiene. Admitir lo anterior conduciría a reconocer los límites y eso es tabú. Si alguien pregunta como se puede ignorar algo tan evidente, la explicación es propugnar la sustituibilidad del capital natural por el hecho por el hombre aunque sean esencialmente complementarios, pero formulado de está forma no parece tan absurdo. Y si lo siguiente que nos planteamos es como podemos sostener que son sustitutos, pues la respuesta es clara, se trata de un acto de fe que se denomina progreso tecnológico.

Volvamos a la habitación cuyas dimensiones lineales hemos duplicado. Constatamos que no todo crece proporcionalmente, por lo tanto, si queremos pintar vamos a necesitar cuatro veces más pintura, y ocho veces más energía para calentarla. Eso en términos económicos quiere decir que el cambio de dimensión significa un cambio en las relaciones de intercambio, los precios relativos, porqué no todo crece proporcionalmente como habíamos supuesto. Lo anterior guarda una gran similitud con la explicación de porqué el sistema es necesariamente inestable al intentar mantener acompasados los precios relativos y las cantidades. En realidad no es similitud, es que llegamos al mismo lugar por caminos diferentes. En palabras de Daly:

La respuesta a nuestra pregunta: ¿La noción paretiana de asignación óptima asume una escala dada así como una distribución dada? parece ser sí. La escala no puede aumentar “en proporción” porqué (a) hay un factor fijo, a saber el tamaño total del ecosistema (b) es matemáticamente imposible, incluso para todas las dimensiones internas relevantes del subsistema aumentar en la misma proporción, y (c) incluso si las cantidades de todas las mercancías pudieran incrementarse proporcionalmente sus precios relativos aun cambiarían porqué su utilidad marginal descendería a ritmos diferentes para bienes distintos. Una escala diferente requiere un conjunto de precios relativos diferentes para ser eficiente en el sentido de Pareto. Si reconociéramos la importancia de la escala y quisiéramos calcular la escala óptima ¿cómo lo haríamos? ¿Podemos medir el coste y beneficio de un cambio en la escala por la medida de los precios? Los precios iniciales de asignación, aunque fueran correctos, para ser usados en el cálculo dependen de la escala inicial. No podemos saber que nuevos precios corresponderían a la escala óptima a menos que ya sepamos la misma. ¡Pero es exactamente la escala óptima la que estamos intentando calcular! Es circular calcular la escala óptima sobre la base de igualar los costes y beneficios marginales medidos por los precios, los cuales asumen de inicio que están en la escala óptima”

El mercado no nos conduce a la dimensión óptima que no podemos determinar aunque fuéramos capaces de internalizar los costes y acabar con los fallos de mercado. Este resultado podría ser demoledor, pero existen medios más que sobrados para ignorar o rechazar los resultado mediante el cinturón protector de hipótesis auxiliares que permiten proteger el núcleo duro del paradigma (Imre Lakatos). En realidad, no estamos más ante un arte retórico (Deirdre McCloskey) lleno de analogías y metáforas que captan la imaginación, como el poderoso demiurgo del mercado que con la sola materia prima de la información dispersa y el irrefrenable deseo de intercambio entre los humanos para escalar en la escalera de la utilidad, soluciona todos los problemas.

En concreto, renunciar al equilibrio general no es posible, ni siquiera relajar sus exigencias y eso es algo que se ha intentado. Algunos pueden afirmar que lo anterior no es más que una caricatura de complicados modelos donde las hipótesis son mucho más sofisticadas como la teoría de juegos (equilibrio de Nash). Pero tampoco, cualquier alejamiento de la hipótesis central del equilibrio genera tal indeterminación que se recula inmediatamente hacia puerto seguro a resguardo de las tempestades que se desatan cuando aflojamos un poco las riendas. Por ejemplo, para agentes racionales el comportamiento fuera del equilibrio podía ser tan racional como el propio camino que marca el equilibrio de Nash. El resultado no ha sido relajar las exigencias de equilibrio sino aumentarlas y atrincherarse en ellas. Es lo que Varoufakis llama el baile de los meta-axiomas.

Mi intención en está entrada es dejar patente que gran parte de lo que consideramos como verdades incontrovertibles no son más que metáforas que no tienen la pretendida base positiva que la gran mayoría le atribuyen. Por otra parte, el mercado no nos va a proporcionar la escala adecuada que debe tener la economía en relación con el ecosistema.

Cumbres como la de París sobre el clima ignoran lo esencial, porqué comparten unas metáforas para un mundo que no existe y, en consecuencia, están destinadas a la irrelevancia y a provocar melancolía en aquellos que esperan resultados.

Solo reconociendo el problema de la dimensión de la economía, abandonando la absurda hipótesis de la sustituibilidad entre el capital natural y el fabricado por el hombre y renunciando a la fe en el progreso tecnológico como bálsamo de fierabras, se podrá avanzar. Estamos muy lejos de ese reconocimiento y, por desgracia, el tiempo corre en nuestra contra.